miércoles, 27 de marzo de 2013

EL PRINCIPE RABIOSO

Érase una vez  un príncipe que era muy valiente. Vivía  en un lejano país donde no había guerras, ni ogros, ni dragones, ni nada por el estilo, y se aburría muchísimo. Un día se fue a dar un paseo y se encontró una escoba apoyada en un árbol. Se emocionó, porque al pensar que era de una bruja, solo podía imaginar el enfado de ella si se la llevaba, ¡¡¡por fin tendría algo de acción!!!. Se la llevó a su castillo y se sentó tranquilamente con la espada en una mano y la escoba en la otra, a esperar un gran duelo con la bruja. Pasaron los días y la bruja no llegaba y, de repente, apareció una joven bella y dulce preguntando por él. El príncipe se quedó pasmado ¡¡esa no era la visita que él esperaba!!¡¡Él quería luchar con una bruja fea y vieja, con nariz puntiaguda y sombrero en punta!! Pero su sorpresa fue mayor cuando esta joven le pidió por favor la escoba. Su enfado iba en aumento, ¡quería  luchar, no hablar!. La joven respondió que no está bien la violencia, que no sirve para nada y que se estaba  comportando como un perro rabioso y con muy malas pulgas. El príncipe no entraba en razón y le dijo: ¡lucha o  te encierro en el calabozo! Ella resopló y le contestó: no me dejas otra alternativa. Sacó un pequeño saco y le echó unos polvos mágicos. Al instante, el príncipe se convirtió en un perro, que como imaginaréis, tenía muy malas pulgas. La joven recogió su escoba y silbó al perro que, como hipnotizado, fue detrás de ella. La joven bruja le acarició la cabeza y le dijo: te llamaré Príncipe y me seguirás a todas partes hasta que agotes tus malas pulgas y tus ganas de pelea. Y así se fueron a recorrer el mundo.

Moraleja: la violencia no nos lleva a ningún sitio bueno.

D. J. y O. C. (3º B)

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