UNAS VACACIONES DIFERENTES
Érase una vez la historia de un niño sordomudo que se llamaba Gonzalo.
Los
veranos para el eran tristes u aburridos ya
que se pasaba todo el día metido en casa pero este verano fue diferente.
Un
día jugando en su patio, vio pasar a una cuadrilla de chicos y le preguntaron:
¿Quieres ser nuestro amigo? Él entendió la pregunta porque les leyó los labios,
cuando Gonzalo les contesto con las manos los niños se dieron cuenta que era
sordomudo.
Los
niños nunca habían tenido un amigo así. Tuvieron que estudiar un poco ese
idioma nuevo para ellos. Por las tardes se pasaban largas horas hablando ese
idioma extraño y divertido para ellos.
Gonzalo
se hizo gran amigo de ellos, por las mañanas se iba a la playa o a andar en bicicleta,
por las noches también mantenían largas conversaciones.
Cuando
llego el final del verano todos los niños se dieron sus direcciones y se
intercambiaron sus números de teléfono.
Desde
entonces Gonzalo tiene grandes amigos y los amigos aprendieron un idioma nuevo
para ellos. Así todos los veranos.
Arturo O. (5º)
MI HISTORIA
Hola soy Lola, una perra lazarillo. Tengo un año, soy de
color blanco, mis ojos son marrones y soy de la raza labrador.
Mis dueños me llevaron a un centro especializado de
Madrid porque vieron que tenía un gran
potencial para ayudar a la gente por lo cariñosa y dócil que era.
Mi experiencia en el centro fue al principio un poco dura, pues el no estar con mis amos
me ponía triste. Pero a medida que
pasaron los días, me ponía más contenta
pues mis cuidadores y profesores me mimaban y fui aprendiendo, cada día
una cosa; seguía echando de menos a mis amos.
En el centro me enseñaron a escuchar, a ayudar a las personas
ciegas y jugar con los niños autistas.
He pasado por muchos centros para tener una formación muy
buena y el cariño que me han dado todas las personas mayores como los niños, ha
sido muy bonito.
Un día estuve con un
niño autista llamado Javier, al cual le ayude a comunicarse de una forma que
pudiera entender; como juegos y paseos…
Javier en un poco más feliz y a mí me lo ha demostrado
acariciándome y jugando.
Otro día como parte del entrenamiento, fui a una residencia
de personas mayores, en el que estas personas me enseñaron cómo es conocer a gente con mucho cariño para dar.
Y luego después de casi 8 meses más de
dar cariño a todo tipo de personas, conocí a la que iba a ser la más importante
de mi vida, porque conocí a María, una niña de
nueve años, un poco bajita para su edad pero con un corazón tan grande
que nadie pudiera imaginar que ella es una persona invidente.
El primer que me llevó a casa, fue maravilloso porque me
compró muchas cosas para jugar. Después
de una semana ayudándola por la ciudad, encontré cuales eran los mejores sitios
para pasear y no me sorprendió que la gente nos ayudaran tanto.
Esta es mi pequeña historia peo aún sin terminar.
Andrea LL. (4º)
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